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Poda


A fines de otoño y principios del invierno, las plantas pierden las hojas y después de las primeras heladas, comienzan en la viña los trabajos de poda.








El objetivo de la poda es conducir la planta dándole una forma determinada, limitar su superficie foliar (hojas) y regular su producción de fruto. La poda más importante se realiza cuando la planta se encuentra en vida latente, sin hojas ni racimos, reducida a su esqueleto esencial: el tronco, los brazos y unos sarmientos duros y secos. En esas condiciones la savia no circula y al eliminar trozos de sarmiento, o incluso un brazo, se causa el menor daño posible a la planta, dándole la posibilidad de reponerse fácilmente.

Las yemas se forman sobre los nudos que aparecen, de trecho en trecho, en los sarmientos. Las yemas se hinchan en primavera dando origen a los nuevos brotes. Según el número de yemas que se dejen en la planta, se conseguirán más o menos brotes. Por lo tanto, el número de yemas que se dejan en la poda determina, pues, la carga.

Existen dos tipos de poda:

Poda seca
Es una operación que se realiza en invierno, cuando la planta se encuentra en receso vegetativo, y consiste en eliminar las ramas que se consideran sobrantes, dejando el número de yemas preciso para conseguir la mejor calidad del fruto posible.

Poda en verde (primavera):
Es complementaria a la anterior. Tiene por finalidad: Regular el vigor de la vid y de cada uno de sus brotes. Mejorar la maduración y desarrollo de los racimos. Aportar más insolación y aireación a flores y frutos. Facilitar la aplicación de tratamientos sanitarios